martes, 31 de julio de 2012

Recuerda que morirás


















“Telefonos que suenan ininterrumpidamente, charlas en los pasillos, el sonido de una impresora compitiendo con el de una maquina de café, puertas que se abren y se cierran, teclados de computadora que componen su propia melodía, planillas que van de un lado a otro, saludos, despedidas, lapiceras, engrampadoras, informes, reportes, reuniones, voces.
Todas y cada una de las caracteristicas que componen el ecosistema de cualquier oficina en cualquier lugar. 
Actividades que se repiten dia tras dia, mes tras mes, año tras año, continuamente. En una oficina, cada dia es igual al anterior y será igual al proximo. Comportamientos monótonos que responden a actividades monótonas. El mismo horario de llegada, las mismas tareas diarias, el mismo horario de almuerzo e idéntico horario de salida. Los dias tienen un nombre distinto, pero bien podrían llevar el mismo, no habria ninguna diferencia.
Nadie trata de hacer algo distinto que escape de su rol, todos cumplen la misma funcion predecible cada dia, como si fuesen fichas que deben ocupar cada uno su casillero. 
Todo debe ser inmediato y cronometrado, ya no hay tiempo para tomar un minuto y respirar, soñar, crear y sobre todo, para mirar mas alla de la perspectiva lineal propuesta y modificarla, o imaginar una distinta y arriesgarse a experimentar.”





Nadie notó lo que pasaba por su cabeza ese dia que llegó al trabajo. Mas bien, casi nadie notó cuando habia llegado. Eran las nueve y cinco de la mañana de un lunes frio y lluvioso. Luego de entrar a la oficina, se dirigió con su mochila al box, donde tenia su computadora. Saludo a su compañera de al lado, la cual respondió apenas con una mueca de sonrisa incipiente, mientras hablaba por telefono.
Se sentó en su sillón, y mientras encendía su computadora, se distrajo observando al resto de sus compañeros  que estaban a su alrededor. Los veía como quien mira a un grupo de idiotas totalmente hipnotizados a las pantallas de sus pc, como si sus cerebros se hubiesen apagado de pronto y la unica forma de mantenerse con vida fuera por medio de una computadora. Algunos solo interrumpian su trance por unos minutos, para ir a buscar café o ir al baño.
Inmediatamente que ingresó su contraseña, y se disponia a trabajar, su jefe salió de su despacho furioso y se dirigió hacia el, arrojando una pila de expedientes sobre su escritorio.
Las razones de su enojo eran por un informe mal hecho y supuestamente fuera de tiempo, que debia entregarse de manera urgente. Luego de lanzarle una serie de insultos y recordarle que iba a ser despedido ante un nuevo error, su jefe regresó a su despacho.
Imediatamente que se escuchó el portazo, sus compañeros de alrededor, estallaron en carcajadas, mientras el los miraba, y por dentro pensaba que aun debian tener una minima cantidad de neuronas que les funcionaban, porque al parecer, la computadora que tenian enfrente aún no les habia anulado la capacidad de reir.
Luego, levantó las hojas del informe que estaban en el suelo y las puso sobre la mesa.
Se sentó nuevamente en su silla. Trató de pensar, pero el ruido del ambiente se lo impedía. Trató de respirar profundamente, cerró sus ojos. Quiso soñar, imaginar, proyectar. Pero ese ruido de telefonos, puertas que se abrian y cerraban, chismes de oficina y teclados que sonaban rapidamente, aumentaba gradualmente. Intentó poner su mente en blanco, volver a dibujar en su mente lo que habia sido borrado. Respiraba y expiraba una y otra vez, al compás de los latidos de su corazón, mientras intentaba que ese aire que ingresaba a sus pulmones, pueda tambien purificar su mente. 
Pero no podia, el ruido ya habia ingresado en lo profundo de su mente, taladrando y destruyendo cada idea que estaba por nacer, cada nueva sensacion, cada nueva esperanza.
De pronto, la risa de su compañera de al lado, comenzó a perturbarlo. Ya no sabia si esa risa formaba parte del ruido de su confundida cabeza o de alguna otra parte. La estridencia de esa carcajada hizo que volviera al mundo real, abriera sus ojos abruptamente y vea a su jefe detras suyo, a traves del reflejo de los anteojos de su compañera.
Una sinfonía de insultos y humillaciones fue escupida de su jefe hacia él, terminando su discurso con su despido.
El siguió sentado. No dijo una sola palabra. Su vista seguia posada en su compañera. Toda la oficina estuvo por primera vez en completo silencio observando la situacion.
Pasaron unos diez segundos y nadie hizo el mas minimo movimiento. 
De repente, el miró a su compañera de al lado y le dijo con voz tranquila y calma: “Recuerda que morirás”. Luego abrió su mochila, y ante la mirada de todos sacó un revolver. Inmediatamente, se puso de pie, y se dirigió al medio de la oficina. La incredulidad de todos los que se encontraban allí era tal, que nadie atinó a hacer otra cosa que simplemente mirar lo que sucedia.
Respiró profundamente, colocó el arma en su sien, cerró los ojos y disparó. 
El estruendo partió al medio el silencio, como cuando un trueno estalla en la noche, o cuando una guitarra ruge en una habitacion vacia.
Luego de unos segundos, el silencio volvió nuevamente, borrando las huellas, llenando el vacío, como si nada hubiese ocurrido.



Minutos mas tarde, la ambulancia llegó a la empresa, donde los medicos lo declararon inmediatamente muerto, llevandolo directamente a la morgue.
No tenia ningun familiar o amigo, tampoco se sabia donde vivía, por lo que sus pertenencias fueron a parar a una bolsa de basura.
Al dia siguiente dia, un nuevo empleado tomó su puesto de trabajo, el cual llegaba nueve y cuarto de la mañana, y al que su compañera de al lado saludaba con una mueca de sonrisa incipiente, mientras hablaba por telefono.





FIN

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