jueves, 28 de agosto de 2014

El reino del revés





“En el reino del revés la cabeza está en los pies; llueve para arriba y el pescador huye del pez.” 


Argentina es el reino del revés.

Creo que es la frase que define estos últimos 200 años de historia argentina.
No es una frase apresurada, superficial, simplista, sin fundamentos o tendenciosa de quien escribe.
Es una frase concreta basada en hechos reales, desde la perspectiva del lugar que integro en la sociedad, desde donde me situó para ver lo que pasa a mi alrededor: la clase trabajadora, el motor de la nación que sustenta su funcionamiento.

Este pais, que a principios del siglo XX prometia ser potencia mundial, paulatinamente se fue quedando rezagado debido principalmente a decisiones politicas tomadas para favorecer capitales extranjeros en detrimento del progreso nacional.
Es ilógico y realmente no se entiende como un país con tanta abundancia en recursos naturales no pueda satisfacer por ejemplo la alimentacion de todos sus habitantes; ya que si quisiera podría paliar todo el hambre del mundo.
Pero el problema es siempre el mismo. Siempre se cosecha lo que se siembra.
Y hace mucho tiempo, casi desde que este suelo tiene bandera y nombre propio; que la siembra es escasa y la cosecha se encuentra en manos de unos pocos.
Más si se sabe que la única obligación de esos “cosechadores parlamentarios" de traje y corbata es distribuir y administrar correctamente los bienes del estado, esa es su función, para eso se los eligió. Para eso se les dió poder.

Desde que Argentina firmó su independencia, el país estuvo inmediatamente comandado por gobiernos conservadores constituidos por la principales familias aristocráticas porteñas. 
Años mas tarde, apareció el primer gobierno de masas bajo la presidencia de Yrigoyen, una nueva forma de gobierno que desplazaba el histórico dominio de la elite burguesa.
A su vez, los golpes militares comenzarían desde ese momento a ser moneda corriente en la vida política argentina y a sucederse cada vez con mayor periodicidad. 
Tiempo despues emergería el peronismo, a mi entender una de las causas del estancamiento nacional que padecemos hoy en día.
Pero seria fácil culpar solamente a un gobierno de todos los males históricos de la nación. La situación política, económica y social actual no es culpa solamente del peronismo, ya que después de su caída vinieron otros gobiernos: de facto, radicales y peronistas (de palabra) que tuvieron la oportunidad de torcer la balanza, de mejorar las cosas, pero se encargaron de emular lo negativo del peronismo original, de ganar el campeonato mundial de corrupción y de conducirnos cual rebaño al matadero.

El peronismo fue un híbrido, un movimiento manipulador que basó su poder en la conciliación de clases, en la negociación, la demagogia y el clientelismo. 
Esta claro que uno no puede estar en paz con dios y con el diablo, es muy difícil mantener las distancias ya que las lineas cada vez se van haciendo mas finas.  
El gran error del peronismo fue subestimar a trabajadores y patrones creyendo que podia meterlos en la misma bolsa y manejarlos a placer; quiso mezclar agua y aceite y terminó hechandole nafta al fuego.
Lo lógico es gobernar para la mayoría, de esa forma el gobierno está legitimado y apoyado por la mayor parte del país. En cambio cuando se proclama gobernar para la mayoría pero se hace bajo los intereses de la minoría, se está traicionando al pueblo, se está jugando con fuego y es cuestión de tiempo para que todo explote por los aires.

Las guerras, como los errores políticos de una nación siempre las pagan los que pierden, y en la vida política los que nacieron para perder son, paradójicamente, aquellas personas que sostienen al país, aquellos que lo hacen crecer, aquellos que mantienen sobre sus espaldas a todos los corruptos de turno: la regla número uno en cualquier gobierno corrupto es que siempre pierden los trabajadores.

Es gracioso que deleguemos nuestro poder a cambio de una limosna mensual y que los éxitos sean de otros y los errores siempre nuestros.
Pero así es el dinero, así funciona el capital, se necesitan esclavos y amos; de unos que tengan y de otros que no; de unos que manden y de otros que estén educados para ejecutar y obedecer.

Y nos acostumbramos a eso, amoldamos nuestras vidas en torno al dinero, nos contaminaron la mente vendiéndonos que la felicidad se logra con dinero, nos inyectaron por cada poro el virus del consumismo; si ya vemos como lo más normal del mundo entregar 8 horas diarias de nuestro tiempo, que no es renovable, a cambio de papeles de colores llamados billetes.

Y pese a eso lo aceptamos…
Ya no hace falta ser un esclavo del siglo XVI encadenado a una pared picando piedras, ahora las cadenas son invisibles, el amo cambió el látigo por los billetes; la dominación se hizo más compleja y sutil pero es la misma.
El negocio es hacerte creer que ganas cuando siempre estas perdiendo.
Sería como ver al esclavo agradecer por cada latigazo recibido al igual que nosotros por cada pago de sueldo.

Si vamos a ser esclavos, si fuimos configurados para ser esclavos, si nos merecemos ser esclavos; por lo menos elijamos a un esclavista que administre lo más equitativamente posible los recursos que producimos día a día.

Y si no, espero que en los próximos 200 años los que miren hacia atrás puedan ver como las personas del pasado cambiaron, o por lo menos, intentaron cambiar el rumbo del pais hacia destinos más justos.