CAPITULO I
Años de
trabajo, de pruebas, de aciertos y errores que lo acercaban y alejaban
continuamente de su objetivo.
Más que
años, toda su vida dedicada a un solo fin; como si desde siempre hubiese sabido
lo que el destino había elegido para su existencia.
Después de
47 años 138 días, 14 horas y 23 minutos, el doctor Petric había terminado su
trabajo.
La parte más
fácil había finalizado. Ahora solo restaba ver que su creación funcionase como él
lo esperaba.
Por unos
minutos se quedó mirándola, como hipnotizado. Como un padre que mira a su hijo
recién nacido.
Estaba orgulloso
de cada minuto invertido, de cada noche leyendo manuales, trabajando en su
taller hasta caer de agotamiento, pasando incluso semanas, meses y años enteros abocado
a la misma tarea.
Pero también
sabiendo que tal vez tendría una sola chance de lograr el éxito; si no
funcionaba de acuerdo a lo esperado a la primera, tendría que seguir investigando
y experimentando; y su miedo era que no le alcanzara la vida para ver su
sueño hecho realidad.
Estaba muy
cerca, pero lejos al mismo tiempo.
Mientras
tanto, sus ayudantes, el mulato James y DeLacroix terminaban de ajustar los últimos
detalles.
-
- -Três bien doctor, está terminada. – exclamo el francés
A Petric se
le dibujo una pequeña sonrisa en su huesuda cara.
- -Muy
bien caballeros, empaquen sus cosas y prepárense para partir – respondió el
científico.
- -Tomen
todas las medidas de seguridad necesarias, no sabemos que podamos encontrar en
el futuro.
En efecto,
lo que tenían enfrente y por lo que habían trabajado durante tantos años era
una máquina del tiempo.
Estaba
construida con la carcasa de una combi Volkswagen del ’86 modificada con
elementos de última tecnología como propulsores nucleares, células de energía
protocinéticas, radares de escaneo progresivo multidimensional y armamento
laser antiplasma.
Pero lo más
importante era la tecnología utilizada para poder realizar los viajes
interdimensionales: dicha tecnología fue desarrollada por Petric en su "anterior trabajo”, antes de recluirse en un taller, del cual solo él y sus dos asistentes
conocen la localización.
El doctor
Nikola Petric era uno de los científicos que trabajaba en el Area 51
desarrollando las tecnologías extraterrestres.
Se dice que
él, junto con otro equipo de
científicos estuvo muy cerca de hallar la forma de viajar en el tiempo, pero
que de un día para el otro, el Gobierno
norteamericano y la CIA dieron por finalizado el proyecto y los galpones fueron
desmantelados.
Cuando el
resto de los científicos que trabajaron en el proyecto comenzaron a sufrir
“accidentes casuales” que acababan con sus vidas, Petric tomó partes de los
documentos que detallaban la investigación y desapareció para siempre.
Durante su
escape conoció a Patrick James, un preso político nigeriano experto en armas
que escapo de un campo de concentración en Uganda y a Phillip DelaCroix un
terrorista francés buscado en 25 países.
Todos
tenían como objetivo común desaparecer, y fueron reclutados por Petric en
distintas circunstancias para unírsele a su proyecto, el cual ahora estaba a
instantes de ver la luz.
Una vez que
los tres tripulantes ingresaron a la máquina, Petric le ordenó a James que inicie los motores y a
Delacroix que ingrese en la computadora de abordo un viaje de 10 horas hacia el
futuro.
El
consideraba que era un tiempo prudente para ver si la maquina funcionaba
correctamente. Según sus cálculos
tardarían aproximadamente 27 segundos en recorrer esas 10 horas estipuladas.
Sin más
tiempo que perder, el Dr. Petric tomó el control de la máquina e inicio el
conteo para comenzar el viaje.
La máquina se elevó unos 60 cm del suelo y
luego de un destello de luz resplandeciente, desapareció en el tiempo y en el
espacio.
CAPITULO II
De pronto
el motor se detuvo. La nave dejo de moverse para afirmarse al suelo.
Los
tripulantes ansiosos por ver el resultado de años de trabajo se acercaron a las
ventanas de la nave.
Según los cálculos de Petric, tendrían que estar en un
radio de 5 km desde donde salieron, pero unas 10 horas más tarde.
Afuera la
oscuridad era absoluta, y el silencio total. No se veían luces de edificios, ni
se oía el ruido de autos ni de personas. Debían haber aterrizado en una zona
rural, pensó DelaCroix.
Lentamente
los tres salieron hacia afuera. Aparentemente todo había resultado bien. Era de
noche, ellos habían salido a las dos de la tarde y podía ser tranquilamente la
medianoche.
El reloj de
Petric al igual que el de sus ayudantes aun marcaba las 14 horas y 3 minutos,
debido a que en el interior de la máquina, el tiempo transcurre normalmente,
solamente se altera en el exterior.
De pronto,
a lo lejos vieron una luz. Pequeña al principio, inmóvil; pero luego de unos
minutos se iba acercando hacia donde se encontraban los viajeros.
-Debe ser
una moto - exclamo James; pero no se oía el ruido del motor. La luz se acercaba
cada vez más. Entonces DelaCroix entró a la nave, encendió los reflectores y
apuntó hacia donde venía esa luz extraña.
En ese
momento, quedó al descubierto un joven vestido con harapos cargando una
antorcha caminando hacia la nave.
Al verse
sorprendido, dió media vuelta y lanzó un grito incomprensible como llamando a
alguien. Segundos después, decenas de luces aparecieron a lo lejos. El francés
movió los reflectores hacia aquella dirección para ver como cientos de personas
se dirigían con antorchas, palos y cadenas corriendo hacia donde ellos se
encontraban.
Un grito del francés hizo volver sobre sus pasos a
Petric y a James e ingresar a la nave. Horrorizado, sin decir una palabra,
DelaCroix señalaba con dirección a la computadora de abordo.
Cuando
Petric vio lo que su compañero marcaba, su corazón se detuvo y quedó paralizado.
Lo mismo le pasó al africano.
La
computadora de abordo marcaba el año 10.583 como fecha de destino.
Petric no entendía cómo pudo ocurrir semejante error. Se quedó a un costado, atónito,
sin hacer el menor movimiento.
Mientras
tanto, los sujetos de las antorchas se acercaban cada vez más blandiendo
fierros, palos y arrojando piedras.
Debían
hacer algo, no tenían mucho tiempo.
Delacroix
intentó ingresar en la computadora de abordo el año en el que habían salido; 22
de marzo de 2014, pero el sistema no tomaba los datos.
Petric le
dijo que era inútil, ya que la maquina había sido configurada para viajar solamente
al futuro; para que nadie pueda alterar el pasado, por si la maquina alguna vez
caía en manos equivocadas.
De pronto,
una piedra dió de lleno en uno de los reflectores haciéndolo pedazos. Los
atacantes estaban casi encima de la máquina. Petric no reaccionaba, estaba aún
perdido en sus pensamientos.
Entonces
James se acercó al panel de control y activó la nave.
Los motores se
encendieron y esta comenzó a moverse.
Un
estruendo de piedras y palos se escuchó golpear contra un costado de la nave,
mientras ésta se elevaba en el aire y desaparecía una vez más.
CAPITULO
III
Medio
minuto después, la maquina se detuvo nuevamente.
Habían
avanzado nuevamente hacia el futuro. Esta vez al año 47.369.
Para no ser
sorprendidos nuevamente, James fue a buscar un par de ametralladoras y munición
al depósito.
Mientras Petric
estaba a un costado, meditando, pensando quien sabe en qué; James y Delacroix
salieron a explorar al exterior.
Afuera
hacía un calor sofocante, el termómetro de James marcaba 46° grados centígrados
sobre el vasto yermo bajo un sol abrazador.
-Al parecer
hubo una guerra hace no mucho tiempo- exclamó James- debido a que a lo lejos se
veía una gran cantidad de muertos sobre el terreno. De fondo unas especies de fábricas
abandonadas y galpones destruidos decoraban la escena post apocalíptica.
No había
vegetación alguna, solamente rocas y arena.
Aparentemente,
era la misma región donde habían aterrizado la primera vez, debido a que los
cadáveres estaban vestidos con harapos y a su lado había armas rudimentarias
como lanzas, picas y cuchillos.
De pronto,
Delacroix vió algo que se movía. Se acercó cuidadosamente apuntando su arma. Era
un anciano que tenía una herida profunda en el abdomen, y aparentemente no le
quedaba mucho tiempo.
Al ver a
los viajeros, con un hilo de voz les alcanzó a pedir agua. Delacroix le dio su
cantimplora. El hombre bebió con enorme desesperación, aparentemente no lo
hacía hace varios días.
-Qué pasó
aquí?- preguntó James.
-Nos
atacaron, hace dos lunas. El clan del norte arrasó nuestro refugio. Esos
canallas… -respondió el moribundo.
- Y por qué los atacaron?
-Por lo que
los hombres siempre lucharon…por sobrevivir. Nuestros soldados fueron a atacar
una de las caravanas que trasladan mercancías hacia los refugios del este, y
sólo quedamos los ancianos, las mujeres y los niños. Esos canallas del norte
aparecieron, saquearon nuestras reservas, se llevaron a las mujeres y mataron al resto…
-Pero como
puede ser posible? Como llegaron a esto?– preguntó DelaCroix
-Hijo, no sé
en qué pozo has estado escondido todo este tiempo, o contra que te has golpeado la cabeza, pero
te diré que el hombre ha conseguido lo que se ha buscado… Desde siempre se
ha creído el dueño del mundo, y esa ambición lo llevó a la muerte… Igualmente, después de la tercer guerra
mundial ya no hubo nada más que hacer…
-Tercer
guerra mundial!?- exclamo el francés.
Si, ha sido
culpa del hombre, nunca pudo evitar la guerra… diría que es su razón de ser
desde que habita este planeta…
Pero, como
ha sido?- interrumpió Delacroix- Acaso los yanquis lanzaron un ataque a los
países árabes? O tal vez los chinos atacaron primero? O que tal los rusos?...
-Es
gracioso porque de esos países que nombras ya no queda nada, ni el más remoto
recuerdo; mejor dicho, ya no existen países como se conocían en el pasado…
Ahora todo se reduce a ciudades en ruinas, campamentos y refugios… La población
mundial se redujo a un 10% y desciende cada día... ya no queda nada…
-No… esta
guerra no ha sido entre ellos, sino contra las máquinas… creaciones humanas que
al principio servían para simplificar su propio trabajo, y que luego fueron
haciéndose más complejas y perfectas hasta el punto tal que reemplazaron al
hombre en todos los aspectos, desde fabricar un automóvil hasta patrullar las
calles… cuando las máquinas empezaron a razonar… ese fue el principio del fin…
-De modo
que las maquinas hicieron todo esto… - dijo James.
-En parte,
a la raza humana no le quedó otra alternativa que unirse contra ellas o
extinguirse…
- Hubiese
pagado por ver a un judío luchando palmo
a palmo con un musulmán – dijo irónicamente James.
-Finalmente
pudieron vencer a las maquinas, pero a un costo muy elevado… Todos los recursos
naturales del planeta se utilizaron para la guerra, todos los habitantes se
transformaron en soldados y los daños producidos fueron irreparables…
-Moriré
tranquilo porque sé… porque estoy seguro que la raza humana se extinguirá en
poco tiempo y bien merecido lo tiene. Ha hecho de este planeta una montaña de
mierda; ha extinguido a todos los animales, ha talado todos los bosques y
contaminado todos los ríos… si pudieras viajar al pasado y decirle a una
persona del año 2000 que terminaría tomando su propia orina porque no tendría más
agua se cagaria de risa…
-Voy hacerte un favor- si yo fuera vos, tomaría
esa ametralladora y me volaría la cabeza. He nacido en un refugio, he vivido
como animal toda mi vida en un refugio y te puedo asegurar que eso no es vida,
nunca lo ha sido… Pagamos el precio por nuestros errores…
Después de
decir esto, el anciano se quedó inmóvil bajo los rayos del sol.
Por detrás
apareció Petric, diciendo que probablemente tenía la solución para volver a su
época.
Los tres
hombres regresaron a la nave.
CAPITULO IV
En ese
momento el viento se hizo más intenso. Afuera de la nave se levantaban nubes de
tierra y arena que emulaban las
tormentas de arena del Sahara.
Mientras
que James fumaba un cigarrillo mirando como el polvo cubría la nave una y otra
vez; Delacroix hacia lo mismo, a la vez
que bebía una botella de bourbon que había traído especialmente para la travesía.
Por fin
Petric rompió el silencio:
-No
hay que ser muy sabio, caballeros, para comprender que las cosas no han
resultado como lo hemos esperado…
Ambos ayudantes seguían en sus tareas sin prestarle atención.
- -Entiendo
también – prosiguió- que lamentándonos no encontraremos ninguna solución a este
problema. Desgraciadamente no tengo las
herramientas ni las maquinas adecuadas para poder ver en donde está el
problema…
- -El
problema…– interrumpió James - El problema es que estamos aquí atascados quien
sabe en donde…ese es el problema… al que usted se refiere como si fuese
simplemente cambiar un neumático…
- - Todo
el trabajo que nos ha dado este capricho suyo, todo el tiempo que pasamos construyendo
su nave y ni siquiera pudo prever una situación así… Qué clase de científico
es? Tendrían que haberlo acabado los de
la CIA como a los demás compañeros suyos…
- Pero
si usted no puede hacer nada, yo lo voy a hacer…
-
-No
seas imbécil- interrumpió el francés- en este lugar no hay más que polvo y
arena; vas a morir por los rayos del sol o en manos de los mercenarios de afuera…
-
-Lo
dudo- contesto James- Por lo que veo solo tienen palos y piedras, yo tengo una
ametralladora que escupe plomo, diría que ellos tienen más que temer.
-
-Pero
si ustedes son lo suficientemente cobardes como para no acompañarme, entonces
quédense aquí, yo voy a buscar una manera de salir de esta mierda – dijo
mientras cargaba su arma y se dirigía hacia la puerta.
-
-Hay
otra opción menos suicida que salir a los tiros sin saber para donde – continuó
Petric- Estas personas no parecen tener
los medios ni la tecnología para ayudarnos a reparar la nave, por lo tanto, por
más que recorramos todos los desiertos y acabemos con todos estos salvajes no
vamos a encontrar nada.
-
-Y
entonces que propone, quedarnos aquí fumando y bebiendo hasta morir? – inquirió
desafiante James.
-
-No,
propongo seguir avanzando hacia el
futuro. De esa forma tal vez nos topemos con alguna forma de vida –humana o no-
que pueda llegar a tener algún tipo de tecnología que nos permita volver al
pasado.
-
-Y
si no la tienen? Que garantías tiene que el futuro no va a ser peor que esto? –
replicó el africano.
-
-Ninguna,
pero es más factible encontrar una solución allí, que encontrar una máquina del
tiempo nueva bajo una roca en el desierto.
-
-Si
querés quedarte en este lugar buscando una salida, adelante; pero yo voy a
seguir hacia el futuro. – remató el científico.
James lo miro con furia pero no dijo nada. Dejó la ametralladora a un
costado, se sentó a mirar por la ventana y encendió otro cigarrillo.
-
-Esperemos
que tengas razón -le dijo Delacroix a Petric en voz baja, pasándole un trago de
su botella.
-
-Espero
tenerla- respondió Petric - mientras activaba los controles y fijaba una nueva
ruta hacia el año 200.000.
CAPITULO V
Turbulencias,
ráfagas de viento, relámpagos y truenos que hacían eco en la profundidad de la
noche. Así recibió el año 217.056 a los expedicionarios.
Con gran
esfuerzo, James pudo escapar de un remolino y estabilizar la nave hasta hacerla
aterrizar en lo alto de una montaña.
DelaCroix
intentó encender las luces externas, pero uno de los reflectores estaba dañado
por el piedrazo que recibió la primera vez que viajaron al futuro, y el otro se
había quemado; es por eso que no tuvieron más remedio que salir al exterior
para observar el panorama.
A pesar del
mal clima, era una noche clara ya que la luna llena alumbraba casi tan bien
como el sol en el día.
Los tres
caminaron hasta el borde del precipicio para poder ver mejor con que se
encontraban esta vez.
-Mierda,
esto no puede ser real – exclamó James.
-Santo dios…
- prosiguió el francés.
Petric no
emitió palabra.
Todas las
expresiones coincidían para contribuir a retratar lo que estaba sucediendo
frente a ellos en ese momento. Los tres estaban paralizados, no podían hablar ni
moverse, solo podían mirar.
Y lo que
veían con las mismas dosis de terror y asombro, mientras los rayos iluminaban
las penumbras, mientras los truenos resonaban en la inmensidad de la noche y el
agua caía violentamente desde el cielo solo ha sido imaginado, leído en libros
o visto en películas de ciencia ficción.
En ese
momento, los tres hubiesen deseado que efectivamente todo fuese una película o
un sueño del cual despertar. Pero esta vez, todo lo que tenían frente a sus
ojos había escapado de la fantasía para volverse real.
Los rayos,
relámpagos y truenos quedaban de lado opacados por la guerra que se estaba
desatando en ese momento; ya que los humanos que quedaban, luchaban sin cesar
contra hordas de seres extraterrestres que los diezmaban a gusto y placer.
Estos seres
tenían formas de serpientes metálicas, como una mezcla entre dragones y pulpos
de aproximadamente 30 metros de largo, con decenas de tentáculos que levitaban
y arrasaban a grupos enteros de humanos como si fuesen basura.
Podían cercenarlos,
arrojarlos 500 metros o hacerlos explotar.
La humanidad
no tenía la más mínima chance de ganar esta guerra.
-
-El
viejo moribundo se equivocó… dijo DelaCroix con una sonrisa sarcástica. Los
humanos no se iban a matar entre ellos, finalmente iban a ser los ovnis...
Hollywood tenía razón…
Mientras
tanto, James tenía su arma fuertemente sujetada y miraba vacilante.
- Ni se te ocurra cometer una estupidez – dijo
Petric mirándolo. Los aliens no nos han
detectado y debemos irnos antes de que nos descubran.
Petric y
DelaCroix dieron media vuelta para dirigirse a la nave cuando detrás de ellos
escucharon un disparo.
-Juro que
se disparó sola – Decía James señalando su ametralladora.
-Que
imbécil! – maldijo el francés
-Rápido,
entren a la nave! – ordenó Petric.
Pero además
el disparo fue escuchado por una de las criaturas, que en ese momento se
dirigía hacia ellos.
Los tres
subieron a la nave y encendieron los motores, pero la serpiente embistió con tal fuerza que la
lanzó por los aires.
Luego la
sujetó con sus tentáculos antes de que cayera al suelo y volvió a arrojarla con
violencia. Era como un depredador jugando con su presa.
Adentro,
sus tripulantes estaban como dentro de una licuadora, golpeándose contra todo.
Nuevamente
el alien volvió a tomarla y arrojarla otra vez.
DelaCroix
pudo sujetarse de un parante y con esfuerzo dirigirse hacia el panel de control
mientras sus compañeros rebotaban contra las paredes de la nave y la criatura
la lanzaba de un lado a otro como si fuese un juguete.
El francés
inicio la secuencia para comandar los cañones y lásers. Apuntó y disparó
repetidas veces pero sin suerte.
Tenía que
esperar a que la criatura atrape la nave para disparar, ya que mientras los
arrojaba al aire era casi imposible darle.
Por fin, la
bestia los atrapó con sus tentáculos y el francés abrió fuego.
Cientos de
orificios expulsaron una sustancia viscosa naranja fosforescente del cuerpo del
ovni hasta que se desplomó, liberando la nave.
Petric tomó el control antes de que ésta impactara contra el suelo.
Petric tomó el control antes de que ésta impactara contra el suelo.
Mientras
tanto de fondo, la carnicería seguía. Los humanos armados con palos y lanzas
eran ejecutados sin piedad por los ejércitos invasores.
Miles y
miles de cadáveres se iban apilando en el campo de batalla formando montañas de
cuerpos que llegaban hasta el cielo.
Los
viajeros no tenían muchas opciones de hacia dónde ir. No podían quedarse en ese
presente adverso. Testigos de la extinción humana, solo les quedaba seguir
avanzando en el tiempo.
Todo
señalaba que las probabilidades de encontrar una forma de regresar al 2014 se
debilitaban a medida que se sumergían más y más en el futuro.
Pero solo
tenían una forma de saberlo, de sacarse las dudas, de agotar todas las
posibilidades… y esa era seguir avanzado.
CAPITULO VI
Esta vez, Petric
detuvo el contador en el año 789.533.
Se notaba
en su cara que ya no era la misma persona que había iniciado el viaje. Estaba cansado, decepcionado consigo mismo y
daba la sensación de que se había resignado.
Sabía que
contaba con el apoyo de Delacroix, que el más volátil era James; que si bien al
principio pensó en que este tomaría el control en la nave, esos temores ya se
habían desvanecido.
Los tres
hombres estaban en la misma situación. Estaban abandonados a su suerte, y
sabían que matarse entre ellos no solucionaría las cosas.
Petric, en
el puesto de mando, no hizo ningún esfuerzo por mirar a donde habían llegado
esta vez. Estaba sentado, cabizbajo con la mirada perdida hacia ninguna parte.
Delacroix,
estaba tirado en un sillón tomando una botella de vino y escuchando a Hendrix
con sus auriculares.
James
fumaba.
Ninguno
amagó a dejar lo que estaba haciendo por al menos una hora.
Por fin al
francés se la acabó su botella de vino. Se levantó, fue hacia la heladera, sacó
otra, la destapó y salió al exterior.
Al cabo de
media hora regresó a la nave.
Dejó la
botella casi vaciá en la mesa y se sentó nuevamente en el sillón. Petric y
James ni se inmutaron.
- Señores –
dijo el francés. Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que los ovnis
están todos muertos oxidándose en el desierto. La mala es que afuera ya no
queda nada, es el fin del planeta. Es una lástima porque era en el único lugar
del universo donde había vino, voy a extrañar eso.
Enseguida
Petric se levantó y salió de la nave.
Luego de un rato, James hizo lo mismo.
Luego de un rato, James hizo lo mismo.
-Que les
pasó a estos aliens?– pregunto James acercándose a donde estaba Petric.
-Todos los
ovnis han perecido – respondió éste.
-Cómo sabes?
-Porque están
oxidados, el óxido lo producen los virus y las bacterias de este planeta a los
que vos y yo estamos acostumbrados. Estas criaturas, vinieran de donde vinieran
y por más tecnología que hayan tenido no estaban preparadas para los condiciones
de este lugar.
Y como
sucede y sucedió a lo largo de la historia, si no podes adaptarte, te extinguís.
-Bendito
sea Darwin- exclamó James sonriendo.
-Así es –
respondió el científico.
-Y ahora que vamos a hacer?
-No sé, ya no tenemos mucho para hacer.
Llegamos al final del túnel… - dijo Petric.
-Yo no voy a quedarme en este lugar, no podría
soportar vivir en este yermo… si ya no hay a donde ir, ya no sé si me interesa seguir
viviendo… - remató James.
-Tranquilos
caballeros, veo que están muy sobresaltados – interrumpió Delacroix en ese
momento. -No hay razón para tomar medidas apresuradas, tenemos todo el tiempo
del mundo.
James lo
miró con ganas de asesinarlo.
-Veo que el
chiste no les hizo gracia- pues bien, hablando en serio; yo tampoco me hago a
la idea de vivir en esta basura de lugar; en el que ya no existen las guitarras,
las mujeres o el vino.
-Antes de iniciar este pacto suicida que tienen en mente, yo les propongo hacer algo que ningún ser humano ha sido capaz siquiera de imaginarse alguna vez.
-Antes de iniciar este pacto suicida que tienen en mente, yo les propongo hacer algo que ningún ser humano ha sido capaz siquiera de imaginarse alguna vez.
-Y que
sería eso? - preguntó Petric.
-Les
propongo ver el fin del mundo en primera fila. Si nosotros vamos a morir, que
primero lo haga el maldito universo.
Los tres
hombres regresaron a la nave.
CAPITULO
VII
Delacroix
saco la última botella de vino de la heladera. Era un Château-Latour, cosecha 1985. Tomó 3 copas
y sirvió.
Mientras tanto Petric en el puesto de mando sabía que lo que
estaban a punto de hacer no tenía vuelta atrás; más bien adelante, bien adelante.
James en tanto, fumaba uno de sus habanos cubanos mientras
miraba hacia afuera.
-Bien, señores- dijo el francés dándole una copa de vino a cada uno de sus compañeros- Que comience la función!
Entonces Petric activó el comando para que la máquina avanzara
en el tiempo hasta el final de los tiempos…
Primero vieron como el sol fue aumentando su tamaño hasta
tragarse a todos los planetas del sistema solar, incluida por supuesto a La Tierra.
Luego, el astro se achicó hasta convertirse en una pequeña
estrella blanca y luego negra para desaparecer en una explosión de energía.
Miles de billones y billones de años luz adelante las demás estrellas
y galaxias corrieron la misma suerte. El espacio infinito comenzó a
despoblarse.
Finalmente, se extinguieron las últimas partículas de
protones del universo.
La nada invadió la nada.
Hasta que de pronto, una explosión de energía puso de nuevo
luz en la oscuridad.
-No puede ser- exclamó debilmente Petric.
Los otros dos no podían emitir palabra alguna.
-Es un nuevo Big Bang; las galaxias, estrellas y el universo
vuelven a crearse, no puede ser posible…- dijo el científico atónito.
En efecto, la galaxias volvían a crearse y con ellas
estrellas y planetas.
-Ahora sé que el huevo vino antes que la gallina- dijo
Delacroix tomando el último sorbo de vino.
- Miren- señaló James un punto en el espacio- Ese planeta de allá es muy parecido a la
Tierra.
- Es la Tierra…pero entonces… obedece a la teoría de las
cuerdas - exclamo Petric.
-Pero no puede ser-dijo el francés exaltado- hace unos minutos vimos
como volaba en pedazos.
- Se los explicare brevemente, nuestro universo se destruyó,
este universo que vemos nacer es una réplica del nuestro original, es un
universo paralelo exactamente igual al nuestro…
- Significa que habrá una nueva Tierra? Ojalá que inventen
rápido el vino- exclamo el francés.
- No solo habrá una nueva Tierra, sino que sucederá todo
exactamente tal cual como fue la historia en la Tierra. Los universos paralelos
son cíclicos, la historia vuelve a repetirse una y otra vez hasta el infinito,
o nunca oíste hablar de un deja vu? Que no es más que la remota percepción de
un recuerdo pasado en un universo que ya no existe.
- Entonces, por lo que decís, significa que podríamos
volver a la Tierra?- preguntó James.
- Efectivamente- contestó Petric.
- Pero existe un problema, cuando lleguemos a la Tierra
debemos eliminar a nuestros “yo” que viven en ese tiempo y espacio. Sin nos
vieran, podría crearse una paradoja espacio temporal que ocasionaría….
- Si ya se, la destrucción del mundo, lo dijo el profesor de
“Volver al Futuro”- interrumpió el francés.
-Ese no sería el problema, esperaríamos la formación de otro
universo paralelo…
El problema en ese caso es que el tiempo, una cualidad única
del planeta Tierra, se detendría eternamente y el universo, al interrumpir su
ciclo, procesaría esto como una anomalía y se autodestruiría junto con sus
copias, como si fuese un virus de computadora.
- En marcha entonces, matemos a nuestros clones –agregó el
francés - dándole una pistola a cada uno de sus compañeros- tengo vino por
beber y mujeres por conocer, esto del fin del mundo es un embole.
James programó la nave hacia el año 2014, mientras encendía
un cigarrillo y miraba como las explosiones, luces y colores del nacimiento de
astros y planetas alumbraban el lienzo opaco y sin vida del universo infinito.
CAPITULO VIII
Organismos unicelulares, dinosaurios, mamíferos, egipcios,
romanos, señores feudales, nazis y empresarios. Toda la historia de la Tierra
resumida en quince minutos.
Ese fue el tiempo que tardaron los viajeros en recorrer el
inicio de los tiempos hasta llegar a su taller del año 2014.
Por fin la nave tocó tierra. Los motores se apagaron.
-Y bien, ahora qué profesor?- preguntó Delacroix
dirigiéndose a Petric.
Este pareció vacilar unos segundos, y luego comenzó a
hablar.
-Estuve pensando bastante durante el viaje, ahora que ha
terminado puedo hacerlo de manera más objetiva
y concreta, ordenar mejor mis ideas; pero de todas formas sigo pensando lo
mismo…
-Creo que esta máquina debe ser destruida, nunca debe ver la
luz…
-Acaso está loco?- inquirió James- Después de todo lo que
hemos visto, de todo lo que pasamos, usted solo quiere destruirla sin más?
Piense en lo que significaría todo ese conocimiento, la sociedad podría
anticiparse a sus errores y corregirlos antes de que sea demasiado tarde…
-Por eso justamente es porque quiero destruirla… la sociedad
va a comportarse como lo que es, un grupo de humanos movidos por impulsos y
sentimientos, tomarán las decisiones que
crean convenientes y con ellas sus consecuencias… lo correcto es no interferir
y dejar que las cosas sigan su curso, todas las personas tienen derecho a
elegir su destino y yo no soy quien para impedirlo o modificarlo… no está en
mis planes jugar a ser dios…
- O sea que simplemente es un estúpido cobarde que solamente
hizo esto para alimentar su propio ego… Piense por un minuto en el dinero que
podríamos hacer con esto…
- Así que se trata de dinero, creo recordar que te he pagado
más que bien por estos años de trabajo, no creo que tengas problemas
financieros por el resto de tu vida, tal vez estarías mejor pudriéndote en ese
campo de concentración de África del que te saqué…
James tomo su arma y le apuntó a Petric a la cabeza. Enseguida Delacroix saco su arma
y le apuntó a James. Petric se quedó mirándolo en silencio.
-Baja el arma!- le ordeno el francés a James
-Imbécil, vos estas de su lado? No te das cuenta que todo el
esfuerzo que hicimos durante este tiempo va a terminar oxidándose en un
basural? Podríamos vivir como reyes, quedar en la historia por ser los primeros
en hacer algo que hasta ahora solo ha sido soñado o visto en películas, y en
cambio prefieren regirse por sus estúpidas ideas moralistas?
-Sí, estoy de su lado; ahora baja el arma- ultimó Delacroix.
-Son unos cobardes - exclamó James y disparó hacia los focos
que alumbraban el taller dejando todo a oscuras.
Segundos después se oyó un motor que se encendía.
-James no!!- gritó Petric.
El cientifico activó las luces de emergencia para ver como en
cuestión de segundos, James desaparecía con la máquina del tiempo.
-Ese desgraciado… que vamos a hacer?- pregunto el francés.
-Solo hay una cosa por hacer, destruir la máquina…
-Pero si se la llevó James… - replicó Delacroix.
-No, en realidad estamos a quince minutos de entrar por esa
puerta para hacer el viaje inaugural, la maquina original está en la habitación
de al lado- contestó Petric.
-Es verdad!! Lo había olvidado…
-Si destruimos la máquina, James quedará vagando por la
eternidad en una máquina que nunca fue construida…
-Se lo merece ese canalla…-agregó el francés.
-Pero hay algo más: nuestros “otros yo” están todavía afuera,
y no puede vivir más de uno de nosotros por universo, porque si no éste colapsaría…
-Por eso he decidido destruirme junto a la máquina y con toda la documentación que detalla cada procedimiento para que nadie nunca pueda volver a construirla, en diez minutos llegaran nuestras “copias” y también volaran en mil pedazos con la explosión…
-Por eso he decidido destruirme junto a la máquina y con toda la documentación que detalla cada procedimiento para que nadie nunca pueda volver a construirla, en diez minutos llegaran nuestras “copias” y también volaran en mil pedazos con la explosión…
-Pero esperá ... podríamos desaparecer en algún lugar remoto del mundo
donde nunca puedan hallarnos y asi nunca pasaría nada - contestó el francés.
-Lo siento amigo, es una responsabilidad muy grande vivir
con ese peso...ahora sé cuál era el propósito de mi vida, después de tanto
tiempo por fin he descubierto que crear esta máquina y viajar por el tiempo es
todo por lo que he vivido y estoy feliz de haberlo hecho, te estaré siempre
agradecido por haberme ayudado…
-Ahora andá, antes que nuestros “clones” aparezcan, sé feliz…
"Esa fue la última vez
que vi al profesor Petric. Me aleje del lugar tan pronto como pude. Instantes
después escuche una tremenda explosión… no miré hacia atrás, seguí corriendo...
Nunca volví a pasar de nuevo por ese lugar… sé que una parte de mí se fue con
esa explosión…
Ahora, muchos años
después, le cuento esa historias a mis nietos, quienes me miran asombrados y
ríen como tomándome por loco, y no los culpo; yo también rio con ellos.
Finalmente comprendí
porque el profesor hizo lo que hizo… en su lugar hubiera hecho lo mismo…
El vivió a su manera y
de acuerdo a sus principios, me demostró que no hay una sola forma de vivir la
vida, que cada uno triunfa en ésta a su modo; él pudo haber cambiado la
historia de la humanidad y sin embargo murió como un héroe anónimo, nunca nadie
sabrá lo que hemos logrado en ese taller…
Y tal vez de eso se trate la vida, tal vez ahí está el verdadero heroísmo, en hacer las cosas que creamos correctas sin esperar el premio a cambio, tan solo por el hecho de vivir el momento guiados por nuestros sueños y convicciones…
Y tal vez de eso se trate la vida, tal vez ahí está el verdadero heroísmo, en hacer las cosas que creamos correctas sin esperar el premio a cambio, tan solo por el hecho de vivir el momento guiados por nuestros sueños y convicciones…
De esa forma, nuestra
alma podrá siempre descansar en paz."