jueves, 20 de enero de 2011

Lejos de la realidad

Un sueño profundo, confortable y eterno dominaba lo mas hondo de mis pensamientos. Mi mente descansaba completamente luego de un largo día, al igual que mis sentidos, que igualmente de forma inconsciente, seguían en estado de alerta. La persistente lluvia y las fuertes ráfagas de viento que permanecían en el exterior no alteraron en lo mas mínimo mi descanso. Dormía cómodamente, sin preocupaciones.
De pronto, un sonido estridente y molesto ingresó en mis oídos y resonó en el interior de mi cabeza. Estiré el brazo y al tercer intento dí con la llave que desactiva el reloj despertador.
Un nuevo día había comenzado.
Luego de permanecer unos veinte minutos de más sobre mi lecho, me levanté decididamente pero con dificultad a realizar mis actividades diarias.
Luego de bañarme, preparé el desayuno y al ver que faltaban un par de minutos para ir al trabajo, encendí el televisor para ver las noticias. Este no funcionaba, en realidad no tenia señal alguna de los más de ciento cuarenta canales. Llame molesto a la compañía para quejarme por el servicio pero nadie me atendió del otro lado. Entonces decidí prender la radio pero no pude sintonizar ninguna estación radial. Deje el maldito aparato y me dirigí ya sin dar más rodeos al trabajo. Era sin dudas uno de esos malos días, y solo debía esperar a que transcurra lo mas rápido posible.
Bajé del edificio rumbo hacia la cochera a buscar mi auto. Sorprendentemente estaban todos los vehículos de mis vecinos estacionados allí, no faltaba ni uno. Me fijé en mi reloj la hora, la cual marcaba las nueve menos cuarto, tal vez estaba adelantado. Verifiqué el horario con mi celular pero estaba en lo correcto. Desearía yo también tener la suerte de dormir un poco mas. En fín, salí con mi coche del garaje rumbo a la calle. Esta estaba completamente desierta. No había un alma en ningún lado. Recorrí un par de cuadras pero no me crucé con ningún otro ser humano. ¿Hoy seria algún feriado nacional que no he recordado? Siempre tuve problemas para acordarme cumpleaños y días patrios, pero hoy estaba seguro de que no había nada de eso. Efectivamente estaba en lo cierto al revisar en mi agenda que hoy era un simple martes 27 de marzo. Anduve algunas cuadras más por la avenida principal de la ciudad y no me encontré con ningún otro individuo. Tampoco había nadie en  los comercios ya que estaban todos cerrados. ¿A donde se habían ido todos? Frené el vehículo, ya que era inútil seguir conduciendo, y me paré en el medio de la calle. Me quede allí, inmóvil, tratando de darle una respuesta lógica a este asunto. Grite con todas mis fuerzas pero de nada sirvió ya que mi llamado no fue respondido. Increíblemente, habían desaparecido todas las personas de la ciudad. Pero no encontré ninguna manera razonable para responder a esta cuestión. A cada negocio que entraba, en cada casa a la que ingresaba hallaba el mismo paisaje desierto que omitía el mínimo rastro de presencia humana. Era como estar en un sueño, aislado en otra realidad, perdido en mi propia ciudad.
Los automóviles estacionados al costado de las veredas y las hojas de los árboles moviéndose con el viento, eran los elementos que componían el desolador panorama.
Confundido, desorientado y perdido, regrese a mi hogar. Deje mi maletín sobre la mesa y me dirigí hacia el dormitorio. Allí me quede tirado, minutos, horas y días, tratando de explicar lo inexplicable, de encontrar algún indicio que me permita descifrar por que era el último hombre del mundo ...que había muerto y aun no se había enterado de ello...










FIN


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