miércoles, 19 de enero de 2011

Atrapado en un sueño eterno

Sumergido en el vacío, contemplando un universo frío y apagado, dormido en un sueño eterno. Sin noción de tiempo y realidad. No hay arriba ni abajo. No siento mi cuerpo, solamente mi conciencia flotando por la oscuridad. Como un fantasma vagando por el infinito, atrapado en una pesadilla que nunca termina. De pronto, un destello de luz brillante irrumpe mi nirvana. Le suceden otros más. Los puntos luminosos componen poco a poco la escena. La luz va aumentando progresivamente, obligándome a abrir mis pesados ojos y a ingresar en ella. Mi cerebro apagado tarda unos instantes, cuales años, en activarse. Mis sentidos despertaron, sólo por un par de segundos, luego la oscuridad volvió a invadir mi mente.
Los pocos instantes en que recobré la conciencia pude ver a un par de médicos que me llevaban en camilla hacia alguna parte.
Creo que ya recuerdo el motivo de mi visita al hospital. Tengo una enfermedad en el corazón, para la cual tomo regularmente unas píldoras. Pero últimamente he sufrido unos intensos dolores en mi pecho que ningún remedio ha podido calmar. Al parecer mi cansado corazón ya no puede defenderse más del mal que le aqueja.
Desde el momento en que me diagnosticaron esa extraña enfermedad, esperaba que esto suceda tarde o temprano. El medico no me había dado muchas esperanzas. Podían ser días, semanas o años. Por eso es que no me sorprende que hubiese pasado ahora.
Siempre traté de vivir cada día como si fuera el último. De hecho cualquier día podía ser el último para mí. El reloj ya había empezado a correr y lo único que podía hacer era resignarme a mi suerte.
Pero nunca había pensado mucho en eso. Luego de que pase el primer año desde el descubrimiento de mi enfermedad, mis temores se redujeron y comencé a vivir con menos temor y más normalidad.
Si llegaba a morir en este estado de alucinaciones y espejismos fantásticos en los que se encontraba mi mente, por lo menos no sentiría dolor alguno, ya que no sentía ninguna parte de mi cuerpo. Me preguntaba si ya estaría muerto, puesto que sólo percibía las ideas y desvaríos de mi conciencia que se negaba a extinguirse. 
Pero mis sentidos aún luchaban por sobrevivir, y volví a despertar unos segundos, para luego caer nuevamente en este estado de delirio inmortal.
Esta vez, pude ver a un grupo de personas que rodeaban mi lecho, no podía recnocerlos, seguramente eran mi familia y amigos que aguardaban pacientemente mi recuperación.
Pero por más que me esforzaba en reaccionar, en despertar de mi letargo; todo era inútil.
Estaba en el límite entre la vida y la muerte. Ni vivo ni muerto. En una eterna agonía que no tenía apuro por finalizar. Mi ansiedad era mayor que mis miedos. Quería que esto terminara ahora mismo. Obviamente si pudiera elegir me gustaría volver a la vida, pero si este era mi tiempo de morir, me entregaba a ello sin objeciones. He tenido una buena vida, he hecho todo lo que he querido y no me arrepiento de nada. Pero en estos momentos, lo único que deseaba era que mi destino se defina de una vez.
Todo mi universo se componía por una oscuridad infinita. Relampagueante de a ratos, con calma en otros. Figuras incandescentes recorrían fugazmente el vacío. Podía apreciar el sonido de ruidos y voces a lo lejos. Pero no pude interpretar lo que decían.
En un instante, las imágenes desaparecieron. Los ruidos y voces callaron. Todo seguía en tinieblas. De pronto, mi atención se fijo en un punto. Molesto, intenso, punzante. Luego aparecieron muchos mas, millones de focos de dolor. Mis nervios decodificaron los estímulos de malestar. La sangre volvió a fluir por mis venas. Volví a sentir mis músculos. La pesadez de mi cuerpo. Mi respiración y también, el latir de mi corazón. Por primera vez desde el ataque, volví a sentirme vivo.
Entonces abrí mis ojos para corroborar mi resurrección. Pero sorprendentemente la noche y el silencio todavía reinaban en mi mundo. No podía ser posible. Desesperado, comencé a mover mis brazos y piernas, pero estas chocaban contra un muro. Trate de levantar mis brazos pero estos se encontraron con una valla, a escasos diez centímetros de mi cara. Estaba encerrado como adentro de una caja, o de un ataúd.
La sola idea de que fuera la ultima opción me aterraba. Ni en la peor de mis pesadillas había soñado con esto. Un escalofrío horrible atravesó mi cuerpo de principio a fin.
Grite con todas mis fuerzas, golpeé las tablas hasta que mis puños sangraron; pero nada de esto dio resultado. El oxigeno se agotaba segundo a segundo. Hice todo lo posible para escapar hasta que mi agotado cuerpo se paralizó. No había nada más que hacer.
La oscuridad invadió mi mente para siempre.




FIN


No hay comentarios.:

Publicar un comentario