martes, 25 de enero de 2011

Ataque de ira















Estoy cansado de todo
Y eso también te incluye,
Libre cual agua que fluye
Vos molesta como el lodo.


De poder volver atrás
Desearía no conocerte,
Tampoco volver a verte
Ni cruzarte jamás.


No quiero estar encerrado
De eso tengo certeza,
Me volaré la cabeza
Si sigo estando a tu lado.


Me voy para no volver
Si no tienes nada que decir,
No me trates de seguir
Ni buscar por Google Earth.

jueves, 20 de enero de 2011

Aprendiendo de mis errores












Sucio, roto y mojado
Buscando mi propia cabeza
Aún sin tener la certeza
En donde la habré dejado.


La vida es una pelea
Que se da a cada instante,
La forma de vencer 
Es yendo hacia adelante.


Quisiera entender ciertas cosas
Y que todo fuera sencillo
La vida de color rosa,
Tiene mucho de amarillo.


Hay ciegos que no quieren ver
Y tontos que creen no serlo,
Si algún día puedo parecerlo
Disparame en la sien.

Lejos de la realidad

Un sueño profundo, confortable y eterno dominaba lo mas hondo de mis pensamientos. Mi mente descansaba completamente luego de un largo día, al igual que mis sentidos, que igualmente de forma inconsciente, seguían en estado de alerta. La persistente lluvia y las fuertes ráfagas de viento que permanecían en el exterior no alteraron en lo mas mínimo mi descanso. Dormía cómodamente, sin preocupaciones.
De pronto, un sonido estridente y molesto ingresó en mis oídos y resonó en el interior de mi cabeza. Estiré el brazo y al tercer intento dí con la llave que desactiva el reloj despertador.
Un nuevo día había comenzado.
Luego de permanecer unos veinte minutos de más sobre mi lecho, me levanté decididamente pero con dificultad a realizar mis actividades diarias.
Luego de bañarme, preparé el desayuno y al ver que faltaban un par de minutos para ir al trabajo, encendí el televisor para ver las noticias. Este no funcionaba, en realidad no tenia señal alguna de los más de ciento cuarenta canales. Llame molesto a la compañía para quejarme por el servicio pero nadie me atendió del otro lado. Entonces decidí prender la radio pero no pude sintonizar ninguna estación radial. Deje el maldito aparato y me dirigí ya sin dar más rodeos al trabajo. Era sin dudas uno de esos malos días, y solo debía esperar a que transcurra lo mas rápido posible.
Bajé del edificio rumbo hacia la cochera a buscar mi auto. Sorprendentemente estaban todos los vehículos de mis vecinos estacionados allí, no faltaba ni uno. Me fijé en mi reloj la hora, la cual marcaba las nueve menos cuarto, tal vez estaba adelantado. Verifiqué el horario con mi celular pero estaba en lo correcto. Desearía yo también tener la suerte de dormir un poco mas. En fín, salí con mi coche del garaje rumbo a la calle. Esta estaba completamente desierta. No había un alma en ningún lado. Recorrí un par de cuadras pero no me crucé con ningún otro ser humano. ¿Hoy seria algún feriado nacional que no he recordado? Siempre tuve problemas para acordarme cumpleaños y días patrios, pero hoy estaba seguro de que no había nada de eso. Efectivamente estaba en lo cierto al revisar en mi agenda que hoy era un simple martes 27 de marzo. Anduve algunas cuadras más por la avenida principal de la ciudad y no me encontré con ningún otro individuo. Tampoco había nadie en  los comercios ya que estaban todos cerrados. ¿A donde se habían ido todos? Frené el vehículo, ya que era inútil seguir conduciendo, y me paré en el medio de la calle. Me quede allí, inmóvil, tratando de darle una respuesta lógica a este asunto. Grite con todas mis fuerzas pero de nada sirvió ya que mi llamado no fue respondido. Increíblemente, habían desaparecido todas las personas de la ciudad. Pero no encontré ninguna manera razonable para responder a esta cuestión. A cada negocio que entraba, en cada casa a la que ingresaba hallaba el mismo paisaje desierto que omitía el mínimo rastro de presencia humana. Era como estar en un sueño, aislado en otra realidad, perdido en mi propia ciudad.
Los automóviles estacionados al costado de las veredas y las hojas de los árboles moviéndose con el viento, eran los elementos que componían el desolador panorama.
Confundido, desorientado y perdido, regrese a mi hogar. Deje mi maletín sobre la mesa y me dirigí hacia el dormitorio. Allí me quede tirado, minutos, horas y días, tratando de explicar lo inexplicable, de encontrar algún indicio que me permita descifrar por que era el último hombre del mundo ...que había muerto y aun no se había enterado de ello...










FIN


miércoles, 19 de enero de 2011

Atrapado en un sueño eterno

Sumergido en el vacío, contemplando un universo frío y apagado, dormido en un sueño eterno. Sin noción de tiempo y realidad. No hay arriba ni abajo. No siento mi cuerpo, solamente mi conciencia flotando por la oscuridad. Como un fantasma vagando por el infinito, atrapado en una pesadilla que nunca termina. De pronto, un destello de luz brillante irrumpe mi nirvana. Le suceden otros más. Los puntos luminosos componen poco a poco la escena. La luz va aumentando progresivamente, obligándome a abrir mis pesados ojos y a ingresar en ella. Mi cerebro apagado tarda unos instantes, cuales años, en activarse. Mis sentidos despertaron, sólo por un par de segundos, luego la oscuridad volvió a invadir mi mente.
Los pocos instantes en que recobré la conciencia pude ver a un par de médicos que me llevaban en camilla hacia alguna parte.
Creo que ya recuerdo el motivo de mi visita al hospital. Tengo una enfermedad en el corazón, para la cual tomo regularmente unas píldoras. Pero últimamente he sufrido unos intensos dolores en mi pecho que ningún remedio ha podido calmar. Al parecer mi cansado corazón ya no puede defenderse más del mal que le aqueja.
Desde el momento en que me diagnosticaron esa extraña enfermedad, esperaba que esto suceda tarde o temprano. El medico no me había dado muchas esperanzas. Podían ser días, semanas o años. Por eso es que no me sorprende que hubiese pasado ahora.
Siempre traté de vivir cada día como si fuera el último. De hecho cualquier día podía ser el último para mí. El reloj ya había empezado a correr y lo único que podía hacer era resignarme a mi suerte.
Pero nunca había pensado mucho en eso. Luego de que pase el primer año desde el descubrimiento de mi enfermedad, mis temores se redujeron y comencé a vivir con menos temor y más normalidad.
Si llegaba a morir en este estado de alucinaciones y espejismos fantásticos en los que se encontraba mi mente, por lo menos no sentiría dolor alguno, ya que no sentía ninguna parte de mi cuerpo. Me preguntaba si ya estaría muerto, puesto que sólo percibía las ideas y desvaríos de mi conciencia que se negaba a extinguirse. 
Pero mis sentidos aún luchaban por sobrevivir, y volví a despertar unos segundos, para luego caer nuevamente en este estado de delirio inmortal.
Esta vez, pude ver a un grupo de personas que rodeaban mi lecho, no podía recnocerlos, seguramente eran mi familia y amigos que aguardaban pacientemente mi recuperación.
Pero por más que me esforzaba en reaccionar, en despertar de mi letargo; todo era inútil.
Estaba en el límite entre la vida y la muerte. Ni vivo ni muerto. En una eterna agonía que no tenía apuro por finalizar. Mi ansiedad era mayor que mis miedos. Quería que esto terminara ahora mismo. Obviamente si pudiera elegir me gustaría volver a la vida, pero si este era mi tiempo de morir, me entregaba a ello sin objeciones. He tenido una buena vida, he hecho todo lo que he querido y no me arrepiento de nada. Pero en estos momentos, lo único que deseaba era que mi destino se defina de una vez.
Todo mi universo se componía por una oscuridad infinita. Relampagueante de a ratos, con calma en otros. Figuras incandescentes recorrían fugazmente el vacío. Podía apreciar el sonido de ruidos y voces a lo lejos. Pero no pude interpretar lo que decían.
En un instante, las imágenes desaparecieron. Los ruidos y voces callaron. Todo seguía en tinieblas. De pronto, mi atención se fijo en un punto. Molesto, intenso, punzante. Luego aparecieron muchos mas, millones de focos de dolor. Mis nervios decodificaron los estímulos de malestar. La sangre volvió a fluir por mis venas. Volví a sentir mis músculos. La pesadez de mi cuerpo. Mi respiración y también, el latir de mi corazón. Por primera vez desde el ataque, volví a sentirme vivo.
Entonces abrí mis ojos para corroborar mi resurrección. Pero sorprendentemente la noche y el silencio todavía reinaban en mi mundo. No podía ser posible. Desesperado, comencé a mover mis brazos y piernas, pero estas chocaban contra un muro. Trate de levantar mis brazos pero estos se encontraron con una valla, a escasos diez centímetros de mi cara. Estaba encerrado como adentro de una caja, o de un ataúd.
La sola idea de que fuera la ultima opción me aterraba. Ni en la peor de mis pesadillas había soñado con esto. Un escalofrío horrible atravesó mi cuerpo de principio a fin.
Grite con todas mis fuerzas, golpeé las tablas hasta que mis puños sangraron; pero nada de esto dio resultado. El oxigeno se agotaba segundo a segundo. Hice todo lo posible para escapar hasta que mi agotado cuerpo se paralizó. No había nada más que hacer.
La oscuridad invadió mi mente para siempre.




FIN