Tristeza y angustia. Sé que es temporal, que con el correr de los días disminuirá y se aplacara. Así es como cura el tiempo.
Esa tristeza se debe a que hace escasas horas Argentina acaba de perder la final del mundo.
Y puede pasar, es algo natural si lo razonamos desde la lógica, dejando las emociones y los sentimientos de lado.
Juegan 2, festeja 1. Es sabido de antemano. Esta vez le tocó festejar al otro.
Pero
es más triste si se piensa desde el plano de que en este país, lo único
que nos une como sociedad es el futbol y los problemas.
Por eso
nos aferramos tanto al futbol como si fuese una religión. Porque
necesitábamos esa alegría, porque si bien nos hubiese unido de una forma
falaz por algunas semanas o tal vez meses, esa felicidad hubiese
funcionado.
Desde que nací, en 1990; en el plano social
siempre estuvimos mal: falta de trabajo, una educación que viene en
franca decadencia, inseguridad y delincuencia en aumento y sin control, y
corrupción en todos los aparatos sociales y gubernamentales posibles.
No
soy ingenuo, se que todos los países del mundo, o la gran mayoría,
padecen estos problemas en mayor o menor medida, pero Argentina te
demuestra día a día que siempre se puede estar un poco peor.
“Por
suerte no te tocó vivir los golpes militares o una guerra” dirán
algunos; es verdad por suerte no, pero me ha tocado ver gente que se ha
quedado sin su trabajo y su casa, que ha tenido que irse del país porque
perdió hasta sus esperanzas, y gente que ha muerto a manos del asesino
de turno.
Por eso la gran “responsabilidad” que tiene
el futbol en esta tierra. Por eso ese exitismo que muchos condenan. Por
eso esa necesidad imperiosa, casi vital; de ser buenos en algo como
sociedad.
Hemos caído muy bajo, el futbol es la única
forma que tenemos para festejar algo. Y hace muchos años se viene
negando, y no sé, sinceramente, si se volverá a estar tan cerca otra
vez.
Llegamos a la final, no lo desmerezco, es motivo
de orgullo y agradecimiento por todo lo demostrado; pero
desgraciadamente no es suficiente para una sociedad que no progresa como
tal, que lleva muchas derrotas a cuestas y parece no conocer de
victorias.
“Tenemos al mejor jugador del mundo, al
papa, médicos y científicos reconocidos en todo el mundo” pero son
siempre individualidades, casos particulares; y el futbol, como la vida
se desarrollan en grupo.
Terminemos con la mentira de
que somos los mejores del mundo. No lo somos. Probablemente no como
grupo. Esa soberbia siempre nos lleva a la ruina.
Tenemos mucho que aprender, empecemos de una vez.
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